domingo, 8 de noviembre de 2015

Vuelve a tu centro


Cada pensamiento que pensamos, cada palabra que decimos, cada acto que realizamos, tiene sus resultados directos e indirectos que encajan en la gran cadena de eventos y efectos.

Desde este punto de vista es difícil determinar entonces hasta que punto existe el “libre albedrío”, hasta que punto somos libres o prisioneros de esta cadena infinita de efectos que nos preceden.
Se puede decir que no hay una verdad absoluta, somos libres y no lo somos al mismo tiempo.

El principio de polaridad muestra que ambas son medias verdades, son los polos opuestos de la verdad absoluta.
Una persona puede ser a la vez libre y sin embargo estar atada u obligada por la necesidad o las circunstancias.
Sin embargo: "Cuanto más te alejas de tu centro, más necesidades y ataduras tendrás, cuanto más cerca del centro estás, más libre serás de todo."



Cuanto más cerca estés de tu centro, podrás experimentar el equilibrio y el autocontrol, entonces habrá menos tensiones y contradicciones en tu vida.

La medida de tus tensiones es la medida de tu desequilibrio
La medida de tu desequilibrio es la medida de tu sufrimiento e ilusiones

La mayoría de las personas son más o menos esclavas de su herencia, de su educación, de su historia personal, del medio ambiente, etc, y manifiesta muy poca libertad. Son arrastrados por las opiniones, costumbres y pensamientos del mundo exterior, y también por sus propios conceptos, emociones, sentimientos y estados de ánimo.

No manifiestan ningún control y mucho menos ninguna maestría.

Muchos reaccionan indignados cuando se los confronta a este hecho, diciendo: "¡Por supuesto que soy libre de pensar y hacer lo que quiero, siempre puedo hacer lo que me place!". Pero no pueden explicar de dónde surge el "quiero" y "lo que me place”. ¿Qué los hace querer hacer una cosa en lugar de otra, o porque tienen preferencias y desagrados, ¿Cuál es su origen? ¿Acaso pueden detectarlo y cambiarlo si realmente quisieran?

La maestría consiste en cambiar estos “placeres” y "deseos" por otros en el extremo opuesto del polo mental. Esta es la voluntad por la voluntad misma, es acción, es libertad. Aplicas la negación y equilibras el movimiento.
En lugar de la voluntad debida a algún sentimiento, estado de ánimo, emoción o sugestión del entorno que hace surgir el deseo, el placer o el rechazo. Esta es voluntad reactiva, atada a la cadena interminable de efectos. Crees que eres libre, pero tus pensamientos y acciones son en realidad reacciones sin control verdadero de tu parte.


En esta posición reactiva, estás siempre buscando o huyendo, consciente o inconscientemente.

La mayoría de las personas son arrastradas como la piedra que cae de la montaña, obedientes ciegamente al medio ambiente, a las influencias externas y a sus pensamientos e ilusiones, por no hablar de los deseos y voluntades de otros más fuertes que ellos mismos, la herencia, las costumbres y la sugestión, que los arrastra por la vida sin resistencia de su parte, sin el mínimo ejercicio de la voluntad. Movidos como peones en el tablero de ajedrez de la vida, desempeñando sus papeles y luego dejados de lado cuando ya no tienen utilidad.

Este es el destino del ser ordinario, ser siempre un  efecto repetido, un peón en un tablero, un eslabón de una cadena que ni siquiera conoce.

Pero el sabio, conociendo las reglas del juego, se eleva por encima del plano de la vida material, y poniéndose en contacto con los poderes superiores de su naturaleza, domina sus propios estados de ánimo y pensamientos, cultiva sus cualidades y practica la polaridad, afectando también a su entorno y así en vez de convertirse en un peón movido por otros, se transforma el mismo en el hacedor de su juego.
Crea su propia vida y su propia sabiduría.

Se vuelve la causa y no el efecto.

Los maestros y sabios no escapan a la causalidad de los planos superiores, sino que se armonizan con los planos superiores y así controlan las circunstancias en el plano inferior. Forman así una parte consciente del devenir cósmico, en lugar de ser meros instrumentos ciegos.

Al sintonizarse con las frecuencias sutiles superiores, reciben energía e información que afecta inevitablemente al plano físico.
Mientras que sirven en los planos superiores, gobiernan en el plano material.

Pero, ya sea en lo alto o en lo bajo, el principio de causa y efecto está siempre vigente.

No hay tal cosa como la suerte o el azar

Somos capaces de ver ahora, con ojos aclarados por el conocimiento, que todo se rige por la única Ley, incluso el número infinito de leyes que existen, no son más que manifestaciones de la Única Ley y Principio, que es el TODO.

Es cierto en verdad que ni una piedrita cae sin ser advertida por la mente del TODO, se dice que hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados. Nada pasa desapercibido en la totalidad. No hay nada fuera de la ley; nada que suceda contrario a ella. Y, sin embargo, no cometas el error de suponer que esto te convierte en un autómata ciego, sin la posibilidad de desarrollar tu poder personal ni nada que hacer al respecto, todo lo contrario.

Puede utilizar la ley para superar las leyes, ya que tu ser superior siempre prevalecerá sobre el inferior. Puedes mejorar tu naturaleza fundamental. Ampliar tus capacidades. Cambiar tus hábitos y tus puntos de vista.

¿Eres capaz de comprender el significado de esto?

Lo que se entiende comúnmente por libertad es simplemente la aspirina de los esclavos.

Ya eres libre por naturaleza, pero si quieres experimentarlo en tu vida basta con desatarte de la cadena de pensamientos y acciones que te han traído hasta este punto.
Puedes asumir sin identificarte y cambiar la secuencia de eventos y efectos en tu favor.

Cambia tus creencias. Olvida la educación recibida hasta el presente. Reinicia el sistema a partir de tu silencio interior. Transforma tu entorno con tu deseo y con tu mirada.

Si quieres cambiar el efecto debes volverte la causa




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